miércoles, 24 de junio de 2020

Antivacunas

“Pueblos del mundo: ¡extinguíos!
Dejad que continúe la evolución.
Esterilizad a vuestros hijos
Juntos de la mano hacia la extinción.”



Sinceramente, creía que nunca lo vería en España. Pensaba que más allá de los cuatro imbéciles que corresponden debido a la naturaleza intrínseca de la distribución normal, que tan bien explicó Gauss, esta corriente de gilipollas no nos acabaría llegando. Pero la ola ya nos ha salpicado y amenaza con extenderse. Han llegado los antivacunas.

He intentado resistirme. No he polemizado ni he discutido nunca con ninguno a través de las redes sociales, donde ahora parece que brotan como setas. Hasta hace poco tiempo, nunca había tenido el disgusto de cruzarme cara a cara con ninguno, o al menos, habían tenido la suficiente vergüenza como para callarse y no hacer el ridículo públicamente delante de sus conocidos, ya se sabe que las perversiones y parafilias se deben dejar para el ámbito privado. Pero ya no aguanto más, es inútil evadir el tema y retrasar lo inevitable. Siento que me empiezan a rodear, noto que acechan en las esquinas, permanecen agazapados detrás de los arbustos dispuestos a asaltarme al más mínimo descuido. Aquí acaba mi silencio, aquí comienza el odio y la furia, aquí se desata la tormenta y se abre la tierra reventada por la fuerza del magma de su interior.

Antivacunas: Sois la mayor escoria que hay sobre la faz de la tierra, cosa que tiene un mérito enorme viendo la cantidad de auténticos hijos de puta que pueblan este planeta. El asco y desprecio que siento hacía vosotros es algo casi físico. Os voy a detallar paso por paso los motivos, intentaré que sea en términos que hasta vuestra mermada lógica pueda llegar a entender.

Sois unos completos ignorantes. De verdad, absolutamente ignorantes. Solo os bastaría con mirar los índices de esperanza de vida y su evolución a lo largo de la historia tanto en los países avanzados como en los del tercer mundo. Bastaría con echar un vistazo rápido a la evolución de la mortalidad infantil en cada esquina del mundo. Bastaría con que conocierais mínimamente la historia de algunas enfermedades y sus vacunas, como la viruela. Bastaría con que mirarais a vuestro puto alrededor y vierais el nivel de salud pública que hemos alcanzado en comparación con lo que había en cualquier otro punto de nuestra historia. Nunca, ni por asomo, hemos vivido mejor que ahora. Bastaría con que dierais un paseo por África a preguntar lo que suponen allí las vacunas. Bastaría con que preguntarais a vuestros abuelos sobre lo que era la Polio. Que las farmacéuticas quieren ganar dinero, decís. Nos ha jodido, es un negocio, enhorabuena por vuestro gran descubrimiento. Un negocio que a cambio de sus enormes y enormes y enormes beneficios, nos ha traído un nivel de vida y salud que nos hubiera parecido ciencia ficción hace apenas cien años. Ahora hay enfermedades que antes no existían, decís. Claro, enfermedades que antes no teníamos los medios de descubrir pero que mataban igual, eso sí no te mataba antes una infección de muelas con veinte años, siendo el único de tus cuatro hermanos que ha sobrevivido a su primer año de vida.

Evolución de la esperanza de vida En España, Etiopía y Tailandia

Sois unos egoístas. Pero del egoísmo malo además, del que hace daño. Vuestra negligencia puede provocar consecuencias terribles para el resto de la población, reactivando enfermedades que estaban casi erradicadas, provocando brotes allí donde no los había. Vuestra falta de solidaridad perjudica la salud pública (que significa de todos, ¡De todos, imbéciles!) causando enfermedades y muertes a terceras personas ajenas a vuestra inconsciencia. ¿Libertad individual? Esa termina cuando tus acciones provocan daño a los demás.

Sois unos vanidosos. Os creéis los más listos, los por encima de la media, a los que no pueden engañar. La última resistencia en este mundo ciego. Los que saben la verdad, los únicos que se informan, los que no se tragan las mentiras y engaños de los que “de verdad mandan”. Los elegidos. El resto somos solo rebaño. Os creéis especiales y lo que sois es especialmente imbéciles. Esa necesidad de sobresalir, de destacar, solo denota un tremendo complejo de inferioridad. No sois más listos, creedme. La basura magufa que os tragáis sin rechistar tiene una agenda y unos intereses bien marcados que vosotros, al parecer, ni oléis. Me daría hasta pena si no me diera tanto asco. 

Evolución de la mortalidad infantil en diferentes lugares del mundo

Sois superficiales. No tenéis ni la más mínima idea de lo que está en juego, de lo que supone para los más desfavorecidos una buena salud pública. De las mejoras que ha supuesto para la calidad de vida de tanta gente. De lo que suponen las enfermedades infecciosas en el tercer mundo. Vosotros y vuestros problemas del primer mundo, del que lo tiene todo y lo da por hecho y se aburre.

Sois nocivos. Confundís con vuestras mierdas a gente inocente que, ya sea por verdadera ignorancia o por la pérdida de esperanza, creé realmente en la basura que promulgáis. El daño de que se expandan vuestras creencias puede ser terrible, un retroceso social como nunca hasta ahora habíamos conocido.

Sois ridículos. “Lo natural es lo bueno, muerte a lo químico”. Es que es tan ridículo que me da hasta pereza exponer nada. Natural como el botulismo o el cólera, como la cicuta o como que te muerda un caimán en los cojones. Química como la penicilina o la anestesia. Natural como no tener acceso a una alimentación variada y equilibrada debido a que los alimentos se estropean antes de llegar a donde tú vives por no poder usar conservantes químicos.

Ned Flanders tampoco quería vacunas para sus hijos. Todo está en Los Simpsons.

Majaderos, me vais a encontrar siempre enfrente y hostil, no pienso tolerar cerca a ninguno de vosotros. Sois un tumor que afecta a la sociedad, pero no hay porque preocuparse a los tumores se los elimina con ciencia.


domingo, 7 de junio de 2020

El tercero


“Bienvenida a casa
Pequeña gran revolución
Que con tus pasos marcas
Un nuevo rumbo en dirección
A nuevas montañas
Que parecen menos altas
Con cada palabra
Que nace en tu garganta”

No lo estás teniendo fácil. Aunque ya empiezas a darte cuenta de algunas cosas, eres aún demasiado pequeño como para saber que el camino que has recorrido hasta aquí ha estado lleno de obstáculos. Tampoco puedes saber lo que me preocupa pensar en los problemas que veo y en los que ya puedo anticipar, pero no me quiero adelantar, ya llegaré a eso.
Todo el mundo sabe cuándo fue el día en el que vino al mundo y la mayoría, si pregunta un poco, podrá conocer perfectamente las circunstancias que rodearon a ese día. A qué hora nació, cuánto duró el parto, que estaban haciendo los padres cuando todo comenzó, etc. Lo que menos gente sabe, supongo que porque muchas veces ni los padres lo saben, son las circunstancias del día en el que ese espermatozoide intrépido decidió, como quién no quiere la cosa, meter su cabeza en esa enorme pelota que veía al final del túnel. En este primer punto salvaste ya el primer y enorme obstáculo, puesto que se supone que entre tu madre y yo ésto no podía pasar de forma natural. Es curioso como la misma acción, la más importante de todas, puede ser para unos un imposible y para otros algo de lo más fortuito. Para nosotros ha sido las dos cosas, eso sí que es difícil. Como iba diciendo, en tu caso podré recordar siempre, y hasta el mínimo detalle, el día en el que comenzaste a existir, ya que fue, posiblemente, uno de los días más felices de mi vida. Fue el domingo 16 de Septiembre de 2018, y en South California hacía un día maravilloso. Ese domingo tu madre, tus hermanos y yo, nos despertamos en un hotel de San Diego. Durante el resto del día fuimos subiendo por la interestatal 1 del Pacífico, que recorre la costa oeste de Estados Unidos desde casi Méjico hasta Vancouver, todo su trayecto pegada al océano. Cómo olvidar Oceanside, Laguna Beach, Newport Beach…Recorrimos después de sur a norte todo Los Ángeles, lo que nos llevó algo más de dos horas, hasta llegar a Malibú. El atardecer en esa playa de Malibú es algo que no se borrará nunca de mi memoria: el sol poniéndose más allá de la línea del horizonte del mar, los surfistas navegando las olas del Pacífico, las garzas pescando en la laguna...El día acabó en un hotelito de un pueblo cercano a Malibú, y en ese hotel, en esa noche después de aquel increíble día, comenzaste a existir tú.

Malibú

También recuerdo bien el día en que me enteré de que tu madre estaba embarazada de ti. Ella ya llevaba amenazando varios días con la posibilidad, pero yo creía que eso era imposible y no le daba excesiva importancia. Sin embargo, cuándo oí el teléfono mientras estaba en el trabajo, y vi que era ella la que llamaba, supe ya antes de descolgar lo que me iba a a decir. Aunque te parezca imposible, pese a que tus hermanos aún no tenían ni dos años, y pese a que no te habíamos buscado, la alegría que me llevé fue enorme. Estaba pasando un momento algo bajo (otro más) y el saber que venías al mundo arrasó al resto de mis preocupaciones y me mantuvo alegre durante un tiempo.
Casi nadie pareció alegrarse excesivamente de que estuvieras ahí dentro, la mayoría nos llamaba locos o nos miraba con condescendencia, casi todos veían solo los problemas. El contraste con la explosión de alegría que supuso para los que nos quieren el embarazo de tus hermanos fue tremendo. Parece claro que algo ya has sacado de tu padre, el ir siempre a contracorriente.
Tu embarazo se puede decir que fue bastante tranquilo, si hablamos solo de lo físico. Si hablamos de lo emocional fue un huracán, dentro de un terremoto, en medio de una explosión nuclear. Estuviste muy cerca de nacer ya con padres separados, pero serviste de pegamento para mantenernos unidos en medio de la tormenta. No sé si eres más un puro superviviente o un agente del destino que intenta llevarme por el camino más recto. El caso es que naciste en medio de la peor crisis que hayamos tenido. Un año y un día después aquí nos sigues teniendo, juntos, y a tu lado. Tampoco es que todo lo que rodeó tu nacimiento fuera malo, al menos, tú si pudiste tener el calor de tu madre desde el primer momento. Al menos, tu madre pudo tocarte desde el primer instante.
Es muy jodido notar que el nacimiento de un hijo no provoca excesiva alegría a tu alrededor salvo casos puntuales, pero a veces así son las cosas. Pareciera que todo el mundo pensaba que sobraras, o peor, que a nosotros nos molestaras. Pero, joder, te puedo asegurar que para nosotros jamás ha sido así. Pese a todas las circunstancias que nos han rodeado, yo te he adorado desde el primer día. 
Y tus hermanos, mucha gente nos decía que iban a tener celos de ti, que se iban a sentir desplazados. Eso no ha pasado ni una sola vez, se han portado con más madurez que muchos adultos. Yo estaba seguro de ellos y lo decía a los cuatro vientos a quién me quisiera escuchar, pero, ¿qué sé yo?. Otra vez callando bocas. 

Tres

Por la calle miradas de compasión, comentarios acerca de lo locos que estamos. En nuestro círculo, menos entusiasmo que con los mayores, menos ayuda de la esperada pero nunca pedida. A veces más trabas y zancadillas que compresión o adaptación. Pero tú no preocupes por eso, tus padres son el escudo que impide que todo eso te llegue. No está siendo fácil. Está siendo muy satisfactorio el luchar contra todo 
Has ido creciendo viendo a tus hermanos crecer. Has empezado a andar sin que nadie te enseñara, solo a base de perseguirles para que nadie te deje atrás. Y nadie va a poder dejarte atrás. Sigue así, eres un puto luchador, abriéndote camino a base de amor y sonrisas, abriendo los corazones de hasta los más reacios gracias a tu ternura. Hasta te has comido tres de los primeros meses de tu vida en casa sin poder salir. La primera vez que lo hiciste después de tanto tiempo, en vez de llorar asustado, te pasaste todo el camino aplaudiendo como hacías cada vez que te daba el único aire que habías conocido (cuando abríamos la ventana a las 20:00). No has pedido permiso a nadie para llegar hasta aquí, pero aquí estás, siendo el centro de la vida de los que te rodean. 

Tu sólo has arrancado, sin permiso

Ayer cumpliste tu primer año de vida, y, como siempre , rodeado de obstáculos, solo pudieron venir a celebrarlo cinci personas. Tampoco creo que hubieran venido muchas más, pero eso no nos importa. En cuanto a las felicitaciones, el problema no es que casi no hayas recibido ninguna, qué suerte tienes de que aún no te enteres de nada, el problema es creer que eso no va a cambiar demasiado con el paso del tiempo. Pero tú no te preocupes, los que te rodean, tu círculo cercano, te quiere incondicionalmente y no sabe vivir sin ti. Nunca te va a faltar ni una gota de amor ni de cariño, tus padres nunca te van a fallar en eso.

Un año ya

El imposible, el improbable, el casual, el pegamento, el otro, el superviviente, el sonriente, el luchador, el guerrero. El querido, el amado, el deseado, el pacificador, el tranquilo, el que tranquiliza. 

Tu padre arrancaría la corteza de la tierra a pedazos por ti.

Feliz primer cumpleaños, hijo.

Todo está en Los Simpsons

“Do it for her". Homer Simpson

jueves, 4 de junio de 2020

La cola de la lagartija

“For what is a man, what has he got?
If not himself, then he has naught
To say the things he truly feels
And not the words of one who kneels”



Hace ya algún tiempo escuché en uno de mis podcast favoritos, el de Santiago Camacho, una reflexión que desde ese momento se ha convertido en uno de los pilares que rigen mi vida. 
La historia comienza con una anécdota que le sucedió a Santiago siendo éste aún niño. Cuenta que estaba veraneando en su pueblo cuándo un día decidió salir a coger lagartijas. Debió de costarle mucho conseguir atrapar una (a mi no me preguntéis, quién hubiera podido tener pueblo para veranear) pero que finalmente lo consiguió. Alzó a la lagartija por la cola mientras la miraba con expresión satisfecha sintiéndose el rey del mundo, cuando de repente, la lagartija dio una violenta sacudida y, sin más aviso, separó la cola del resto de su cuerpo, dejando al protagonista con cara de bobo y una cola de lagartija en la mano, mientras ésta se alejaba del lugar como alma que persigue el diablo, sin cola pero a salvo.

La lagartija deja su cola atrás cuando se ve atrapada

La moraleja de esta historia es clara. Todos somos alguna vez esa lagartija atrapada por la cola. Todos nos vemos, en ocasiones, en situaciones o relaciones que no nos producen bienestar, si no más bien lo contrario. Lo que conviene hacer en estos casos es pararse a pensar, medir el trozo de cola que vamos a dejar atrás, sopesar las posibles consecuencias, y entonces, separar el cuerpo de la cola dejando ésta atrás. Si, habremos dejado parte de nosotros por el camino y si, habrá consecuencias que solamente podremos intuir, pero seremos un poco más libres y probablemente felices.
Evidentemente, ésta manera de pensar ya estaba en mí anteriormente, pero al escuchar el podcast vi con claridad y lucidez la verdad del argumento, o al menos, la verdad que para mí representaba. Desde entonces, hará cosa ya de un año, he podido actuar respecto a esta regla en varias ocasiones, y hasta ahora, no me he arrepentido ni un ápice de los trozos de cola que he ido dejando atrás. Al contrario, he encontrado una paz de espíritu, una limpieza de conciencia y una satisfacción personal que hasta ahora me han venido fenomenal.
A medida que te haces mayor te das cuenta de lo que realmente te hace bien y de lo que solo te provoca malestar, o más bien, más malestares que alegrías. Te das cuenta de que hay cosas que no hay porqué aguantar, le duela a quién le duela o caiga quién caiga. Te das cuenta de que te da más o menos igual lo que puedan pensar de ti los demás. Nada de ésto significa que tengas razón ni que quieras tenerla, ni tampoco que pretendas convencer a nadie. No se trata de querer imponer tu punto de vista. Se trata, simplemente, de vivir con la conciencia tranquila de acuerdo a lo que uno siente y piensa. Para una mente tan obsesiva como la mía alejarse de lo problemático y lo molesto y acercarse a la tranquilidad es fundamental. 

Luann Van Houten dejo atrás a su infeliz marido y buscó lo que la hacía feliz, los gladiadores americanos. Todo está en Los Simpsons.

A veces es bueno alejarse a  toda velocidad de lo malo, de lo que te atrapa, de lo que te hace infeliz, e ir corriendo rápidamente hacia lo bueno, hacia lo que te calma, hacia lo que te hace feliz. No dejar que nadie te impida vivir de acurdo a tus principios es la manera de poder dormir cada noche con la conciencia tranquila.

“Un hombre debe tener un código”  Bunk Moreland, The wire

 Bunk Moreland, un hombre con principios

martes, 2 de junio de 2020

Un día más en América



“Cuando el negro es un hombre
es buen momento para el cazador
el blanco se pone nervioso
y comienza a llenar el cargador
...él fue quien tuvo la culpa
...de encontrarse en su camino.”




Son las 7:55 PM del lunes 25 de Mayo del 2020. Dos hombres entran en la tienda de alimentación Cup Foods, en la esquina de East 38th Street, en la Avenida Chicago, ciudad de Mineapolis, Minesotta, Estados Unidos. Después de comprar en la tienda varios productos por valor de unos 20 dólares, ambos hombres suben a un vehículo aparcado en las inmediaciones, donde permanecen en su interior los próximos minutos.
Varios minutos después, el encargado de la tienda de alimentación se da cuenta de que los dos individuos le han pagado con un billete de 20 dólares falso, por lo que llama a la policía.
A las 20:10, y después de hablar con el encargado en el interior de la tienda, dos agentes de policía se acercan al vehículo estacionado con los dos ocupantes en su interior. Un minuto de después, el hombre que ocupaba el asiento del conductor sale del vehículo y es esposado y sentado en el suelo contra la pared. Acaba de perder su empleo como vigilante de seguridad en el club en el que trabajaba después de que éste cerrara por la crisis del Covid. No quiere meterse en el coche patrulla de los agentes alegando sentir claustrofobia. En ningún momento forcejea o discute con los agentes. Al parecer va algo borracho.



A las 20:14 llega un segundo coche de policía con otros dos agentes que ordenan al detenido regresar a su vehículo.
A las 20:17 llega un tercer coche de policía. Los dos agentes pertenecientes al mismo se introducen en el vehículo aparcado y sacan por la fuerza al hombre esposado.
Son las 20:20 horas del lunes 25 de Mayo de 2020, estamos en la esquina de East 38th Street, en la Avenida Chicago, ciudad de Mineapolis, Minesotta, Estados Unidos. Los agentes pertenecientes al tercer vehículo de policía que acudió a la zona tumban al detenido en el suelo, 2 de ellos lo inmovilizan subiéndose sobre su espalda mientras un tercero le aprieta el cuello con su rodilla.

- “¡No puedo respirar! ¡Por favor señor!”
El hombre comienza a notar que tiene dificultad para respirar. El aire no llega bien hasta sus pulmones. La presión sobre su cuello provoca que la sangre no llegue bien hasta el cerebro y empieza a marearse y a perder poco a poco la conciencia.

- “¡Mi cuello está herido señor!”
Son las 20:22. El hombre lleva ya dos minutos siendo asfixiado contra el suelo y súplica entre sollozos que por favor le liberen el cuello. Apenas puede ya respirar ni mantenerse despierto. Los agentes no mueven un músculo.

- “¡Ya te puedo ver mamá!”
Son las 20:24. El detenido, en un estado ya semiinconsciente, comprende que va a morir asfixiado, que no hay piedad para él, que nadie va a venir a rescatarle. Con las escasas fuerzas que le quedan dedica sus últimos palabras a su madre a que la parece ver. Probablemente esté alucinando debido a la privación de oxígeno, ojalá que no sea así. 
A las 20:25, el hombre tumbado en suelo deja de emitir señal alguna de vida. El agente permanecerá apretando su cuello contra el suelo durante dos minutos y cincuenta y tres segundos más. Al levantar la rodilla del cuello del detenido éste ya ha fallecido.

Claro, ese hombre era negro. 

Su nombre era George Floyd. 


Es un día más en América.