martes, 2 de junio de 2020

Un día más en América



“Cuando el negro es un hombre
es buen momento para el cazador
el blanco se pone nervioso
y comienza a llenar el cargador
...él fue quien tuvo la culpa
...de encontrarse en su camino.”




Son las 7:55 PM del lunes 25 de Mayo del 2020. Dos hombres entran en la tienda de alimentación Cup Foods, en la esquina de East 38th Street, en la Avenida Chicago, ciudad de Mineapolis, Minesotta, Estados Unidos. Después de comprar en la tienda varios productos por valor de unos 20 dólares, ambos hombres suben a un vehículo aparcado en las inmediaciones, donde permanecen en su interior los próximos minutos.
Varios minutos después, el encargado de la tienda de alimentación se da cuenta de que los dos individuos le han pagado con un billete de 20 dólares falso, por lo que llama a la policía.
A las 20:10, y después de hablar con el encargado en el interior de la tienda, dos agentes de policía se acercan al vehículo estacionado con los dos ocupantes en su interior. Un minuto de después, el hombre que ocupaba el asiento del conductor sale del vehículo y es esposado y sentado en el suelo contra la pared. Acaba de perder su empleo como vigilante de seguridad en el club en el que trabajaba después de que éste cerrara por la crisis del Covid. No quiere meterse en el coche patrulla de los agentes alegando sentir claustrofobia. En ningún momento forcejea o discute con los agentes. Al parecer va algo borracho.



A las 20:14 llega un segundo coche de policía con otros dos agentes que ordenan al detenido regresar a su vehículo.
A las 20:17 llega un tercer coche de policía. Los dos agentes pertenecientes al mismo se introducen en el vehículo aparcado y sacan por la fuerza al hombre esposado.
Son las 20:20 horas del lunes 25 de Mayo de 2020, estamos en la esquina de East 38th Street, en la Avenida Chicago, ciudad de Mineapolis, Minesotta, Estados Unidos. Los agentes pertenecientes al tercer vehículo de policía que acudió a la zona tumban al detenido en el suelo, 2 de ellos lo inmovilizan subiéndose sobre su espalda mientras un tercero le aprieta el cuello con su rodilla.

- “¡No puedo respirar! ¡Por favor señor!”
El hombre comienza a notar que tiene dificultad para respirar. El aire no llega bien hasta sus pulmones. La presión sobre su cuello provoca que la sangre no llegue bien hasta el cerebro y empieza a marearse y a perder poco a poco la conciencia.

- “¡Mi cuello está herido señor!”
Son las 20:22. El hombre lleva ya dos minutos siendo asfixiado contra el suelo y súplica entre sollozos que por favor le liberen el cuello. Apenas puede ya respirar ni mantenerse despierto. Los agentes no mueven un músculo.

- “¡Ya te puedo ver mamá!”
Son las 20:24. El detenido, en un estado ya semiinconsciente, comprende que va a morir asfixiado, que no hay piedad para él, que nadie va a venir a rescatarle. Con las escasas fuerzas que le quedan dedica sus últimos palabras a su madre a que la parece ver. Probablemente esté alucinando debido a la privación de oxígeno, ojalá que no sea así. 
A las 20:25, el hombre tumbado en suelo deja de emitir señal alguna de vida. El agente permanecerá apretando su cuello contra el suelo durante dos minutos y cincuenta y tres segundos más. Al levantar la rodilla del cuello del detenido éste ya ha fallecido.

Claro, ese hombre era negro. 

Su nombre era George Floyd. 


Es un día más en América.

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