jueves, 21 de mayo de 2020

Barcelona

Son días idoneos para practicar
El contraespionaje
Por tu ciudad
Barcelona se disfrazará
De poblado de modernidad
Los nativos intentaremos ser más amables"



No era la primera vez que cogía un avión yo solo, pero si que era la primera vez que viajaba así. Claro que al otro lado de la pista de aterrizaje me esperaba alguien, pero el viaje era más interior que otra cosa, la idea era volver a encontrar un camino que creía extraviado. En el panel de salidas del aeropuerto ponía Barcelona, en la maleta ropa para cuatro días, y conmigo un libro de Javier Marías.

Barcelona, claro

Yo sufría la crisis de los cuarenta a los veintitrés años, siempre me ha gustado creerme y sentirme más mayor de lo que indicaba el DNI. Carrera terminada, trabajo más o menos estable, ocho años con mi pareja viviendo juntos los dos últimos. Y entonces… el vacío, el miedo. El ¿ésto es todo?. La sensación de final del camino (siempre el camino). Parece que ya has conseguido todo por lo que has luchado desde tu adolescencia, y ahora que lo tienes te paras a pensar si realmente es lo que quieres. Si tu pareja te llena o simplemente sigues por costumbre. Si tu trabajo te realiza o solo es el modo de ganarse la vida. Si tu ocio y forma de vida lo eliges tú de verdad o simplemente haces lo que los demás esperan que hagas. Necesitaba aire y espacio, pensar y pasear, cambiar el punto de vista y que alguien me diera un poco de luz.
Seguramente fuera jueves, casi seguro Abril o Mayo, hacía una temperatura espectacular y Barcelona ya se empezaba a llenar de franceses de Erasmus.

Barcelona. Creo que en esa época, año 2011, aún te tenía idealizada, aún no había descubierto tu enorme superficialidad, tu lado cínico. Para mi significabas libertad y modernidad, progreso, futuro. Supongo que realmente no has cambiado tanto, sé que yo he cambiado muchísimo.

De la Terminal 2 al autobús que te deja en Plaza Catalunya, no recuerdo bien si viniste o no a buscarme. De ahí a Aragón. Entre el videoclub y la tienda del argentino, nada más pasar la clínica infantil, no tenía pérdida. Joder, como echo de menos esa casa. Creo que en ella he aprendido y madurado más, signifique eso la mierda que signifique, que en el resto de mi vida junta. Aragón, con su ascensor destartalado, sus vecinos acordes, sus techos de siete metros, su habitación llena del ruido de la calle, su cocina americana, su patio de colegio, su sombrero en la percha. Que final más triste tuvo esa casa, que fin de semana de mierda aquél, puta expectativa que siempre lo ciega todo. 

Imagino que la primera tarde fue bastante fría. Siempre me han costado muchísimo los comienzos, las bienvenidas, necesito mi tiempo para entrar en ambiente y empezar a soltarme. No sé si es más cuestión de timidez o de este carácter castellano. Al día siguiente, viernes, tu trabajabas, así que la mañana era para pasarla solo. Como Homer, caminé dirección cuesta abajo, camino al Born, mi barrio favorito en aquella época. Cervecita en alguna terraza, respirar el ambiente febril y cosmopolita, despejar la mente. Acabaste de trabajar y ya teníamos todo el tiempo libre del mundo, aún estabas soltero. La visita a la Bretaña era obligada, Astérix siempre nos rellenaba la jarra de sidra (francesa) sin que tuviéramos que pedirlo. Recuerdo perfectamente la conversación de esa noche, las preguntas que nunca te había hecho, las respuestas. Recuerdo perfectamente al Gallete Bustos, aún seguirá soltando unos puñetazos tremendos.

Homer y yo, a los dos nos gusta ir cuesta abajo. Todo está en Los Simpsons.

Y el sábado, el sábado que cambió el rumbo de mi vida, o que lo enderezó más bien. El abrirme como nunca lo había hecho, el sol de la Barceloneta, el sentir que alguien por fin me comprendía, las raciones en el Gotic, las respuestas que estaba buscando, las copas en el Born (de tarde, siempre las mejores copas son de turno de tarde), el empezar a autoentenderme, creo que Ojos de Gata me está mirando, el encontrar la paz, la cena en una terraza que ya no existe. Acabar en casa con una botella de Whisky. Una botella de Whisky con un complemento que seguimos guardando.

Ese viaje sigue significando mucho para mí, nada de lo que ha pasado después puede explicarse sin él. Fui totalmente perdido y desorientado, y volví siendo un hombre nuevo, con las ideas claras. Comprendiendo mejor el mundo y a mi mismo. Descubriendo que no estoy solo, que hay gente que te entiende y que ya ha pasado por lo mismo que tú antes. Dejando de buscar las respuestas porque no siempre hay por qué estar haciéndose preguntas.

La esencia de ese viaje sigue ahí.

“And it takes a lot of whisky” Blue Valentine, Tom Waits

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